Autotutela / Poder
Planificando nuestra propia discapacidad.
Si perdemos nuestra capacidad para expresarnos o nuestro juicio se ve afectado podemos vernos afectados por la incapacitación. Entonces, ¿quién decidirá por nosotros? Cada vez son más las personas que se preguntan esto y deciden designar, mientras aún pueden expresar su voluntad, a una persona de confianza para que vele por sus intereses personales y/o patrimoniales.
También esto permitirá que la persona o personas de confianza que designemos puedan disponer de forma inmediata de nuestro patrimonio y vender, si es necesario, la vivienda para obtener fondos para una residencia o disponer del dinero para poder contratar los servicios profesionales que nos ayuden en el domicilio, sin necesidad de esperar durante meses a una declaración de incapacidad por el juzgado y posterior procedimiento de autorización judicial para disponer del inmueble.
Actualmente tenemos dos herramientas para hacer esto: el poder preventivo y la autotutela.
El poder preventivo, en sentido amplio, es tanto aquel en el que se ha previsto la continuación para el caso de incapacitación (poder continuado), como el poder que se ha dado, precisamente, para el caso de incapacidad del poderdante (poder preventivo propiamente dicho o apoderamiento ad cautelam) apreciada conforme a lo dispuesto por él mismo.
Distinta del anterior es la autorregulación de la tutela, es decir, la posibilidad que ofrece el ordenamiento jurídico a una persona con capacidad de obrar, de designar en testamento u otro documento público notarial, a la persona o personas que desee que desempeñen el cargo de tutor de sí mismo, y establecer normas relativas a su persona y bienes en previsión de una posible incapacitación.
Ambos documentos se otorgan ante notario y son revocables, por lo que se pueden modificar tantas veces como consideremos necesario. Nuestro equipo le asesorará y preparará dichos documentos en la forma que más convenga a sus intereses y voluntad.
